domingo, 22 de julio de 2012

MOYA

Topónimo con que se conoce  el municipio norteño situado a 22,5 kilómetros de la capital provincial e insular, en una altitud media de 490 metros sobre el nivel del mar, y de 31,90 kilómetros cuadrados de superficie que representa el 2% del total de la isla, situado entre Firgas y Santa María de Guía.
Panorámica (Cristina Álvarez en sobrecanarias-com)
Despejando dudas sobre el topónimo de Moya, lo encontramos en el «Índice general de términos guanches (o tenidos por guanches)» desestimándose como aborigen y considerándose que es voz hispánica, detectándose existen ocho localidades más con igual nombre en la España peninsular y que es apellido corriente al sur peninsular.

Detalle mapa Leonardo Torriani (Juan Tous)
Hay una general coincidencia en que el origen del topónimo está vinculado al  marquesado de Moya, que tuvo una posición muy privilegiada con los Reyes Católicos que fueron los grandes patrocinadores de la conquista de la Isla por lo que adquiriría su condión de primera isla de realengo.

En nombre de la Corona se repartieron tierras y aguas a los conquistadores y financiadoras que la hicieron posible, en su nombre se gobernaba la isla y se otorgaban datas o ventas de tierras para su amortización perpetua con censos.

Lo que sí está documentado es que cuando llegaron a este lugar los primeros castellanos pobladores del lugar, aquellos que recibieron tierras en el lugar, éstas ya eran  identificadas en los documentos escritos con que estaban situadas en el lugar de Moya.

Los primeros pobladores de Moya responden a los apellidos Arjona, Gallego, Jahen, Luçena, Morón, Ramírez, Sánchez, Tellos y Toledo (RODRÍGUEZ CALLEJA, JE.: La población de Arucas y Moya en el siglo XVII, Las Palmas de GC, 2002), no mencionándose ningún apellido titular, consorte o heredero del Marquesado de Moya, pero en todos los casos, en todos los documentos, el denominador común es que su asentamiento se hace en las proximidades de Moia en la grafía antigua como la recoge Leonardo Torriani en su mapa de 1590, o en la actual grafía Moya, y en los años previos a 1501.

Desvelemos quienes eran los recurrentes Marqueses de Moya a los que se atribuye el topónimo. Podría inducir a error considerar que un marquesado más dentro del millar y medio de estos títulos nobiliarios que en España han existido, pero sus influencias y poderes van mucho más allá de las que proporciona el propio título por la proximidad que tuvieron a la Corona. No se trata de lo que se entiende por nobles de sangre que en el siglo XV habían heredado el título de un predecesor, su título es el premio con que los Reyes Católicos reconocen los servicios prestados a la Corona.
"Retrato del buen vasallo, copiado de la vida y hechos de Don Andrés de Cabrera,
 primer marqués de Moya" (Francisco Pinel y Monroy, Madrid, 1677).
Los primeros marqueses son Andrés de Cabrera y Beatriz de Bobadilla; Andrés perteneciente a la oligarquía de Cuenca entra como camarero al servicio del futuro Enrique IV en 1451, quien ya rey nueve años después le designa mayordomo, coordinador de los demás oficios palaciegos.

No es un cargo político, pero sí de gran influencia sobre el monarca. Su astucia posibilitará una espectacular ascensión social para introducirse en el estamento caballeresco y en la alta nobleza, y así en 1470 es nombrado tenente del alcázar de Segovia, donde estaba guardado el tesoro real y desde el que ejerce el control de la ciudad preferida por el rey.

Ruinas del Castillo de Bobadilla en Moya
(Turismo Junta de Castilla-La Mancha)
Beatriz procedía de una familia del grupo social de los caballeros con larga tradición en los oficios militares al servicio de la monarquía.  Serviría como camarera desde la infancia de la futura reina Isabel la Católica, hermana de Enrique IV.

El matrimonio que Beatriz había contraído con Andrés en 1467 a petición del rey a cambio de unos vasallos sería decisivo para influir sobre Enrique IV con el fin de que volviera a renombrara su hermana Isabel como sucesora al trono, en detrimento de su hija Juana la Beltraneja.

A la muerte de Enrique en 1474, Andrés y Beatriz tomaron abiertamente partido por el reconocimiento como heredera al trono de la infanta Isabel, poniendo a su disposición los tesoros reales y proclamándose Isabel reina de Castilla. Este decidido apoyo de Andrés y Beatriz a Isabel, así como la sofocación de un violento motín contra el tenente de Segovia, serán reconocidos por los Reyes con el otorgamiento del Marquesado de Moya.

Es importante destacar que el título del Marquesado es otorgado en 1480, y por tanto coetáneo a la conquista de la isla de Gran Canaria, comprendida entre la creación del Real de Las Palmas el 24 de Junio de 1478 por Juan Rejón y el cerco de la Fortaleza de Ansite el 29 de Abril de 1483, con el que se ponía fin a la resistencia aborigen siendo gobernador Pedro de Vera.

En una aproximación a la larga relación de privilegios dados por la Corona entre 1469 y 1489 a los Marqueses, sin incluir tierras, fanegas y animales, las mercedes que periódicamente recibían ascendieron a 4.771.814 maravedíes. Y además recibieron multitud de concesiones y privilegios reales, así como mercedes ocasionales por el casamiento de alguno de sus descendientes.

Pero los propios investigadores sostienen que no se puede determinar el verdadero patrimonio que tenían los marqueses de Moya, ni los beneficios que le otorgó la Corona. Si se sabe que Beatriz de Bobadilla aprovecharía la guerra de Castilla con Portugal para verse beneficiada con la obtención de una licencia para fletar una carabela a Guinea con exención del quinto (aranceles), de donde puede inferirse un gran conocimiento de los negocios que pudieran reportar las nuevas tierras atlánticas conquistadas.

Tampoco se debe olvidar que Andrés Cabrera era sobrino segundo de los célebres capitanes Hernán García del Castillo y Cristóbal García del Castillo que, sirviendo a la Conquista, con armas, criados y caballos a su costa, ganaron, con su lanza, extensos repartimientos de aguas y tierras en Telde, donde fueron fundadores de la parroquia, y en Moya, donde aún conservan predios valiosos sus nobles descendientes. Este primer marqués de Moya era, en aquellos días, el más poderoso y autorizado rico del Reino.

La marquesa, su esposa, dama favorita y camarera mayor de Isabel la Católica, era cuñada de Hernán Peraza, conde soberano de La Gomera, señor de la isla de El Hierro e hijo de Diego García de Herrera, que tanta parte tuvo en la sumisión de Gran Canaria.
Maderada (Asoc Gancheros Priego)

La relación de la Reina Isabel I de Castilla con los marqueses es tan particular que llega al extremo de mencionarlos en su Testamento y Codicilo, dados en Medina del Campo el 12 de octubre y 23 de noviembre de 1504, en el folio 2 vuelto, donde les canjea los bienes dados en Segovia por otros en Granada, y manifiesta al Rey Fernando y sucesores que honren y acrecienten el fiel servicio de los Marqueses de Moya, Beatriz de Bobadilla y Andrés Cabrera, y a sus descendientes, cuando dice que «por manera que ninguna cosa abaxen ni pierdan ni diminuyan de su estado, antes reçiban ventaja e acreçentamiento», beneficios que pueden avalar que tuvieron otras concesiones reales aún no conocidas.

La posible vinculación de los marqueses con la Moya grancanaria pudo haberlo sido el oculto negocio del aprovechamiento de la madera de la Selva de Doramas, pues ya conocían perfectamente esta actividad.

El origen de la madera que bajaba por el río Turia o Guadalaviar hasta Valencia está en su gran mayoría en el Marquesado de Moya, principal zona abastecimiento situada en la zona nororiental de la provincia de Cuenca, lindando con Valencia. La Moya peninsular aparece en la documentación medieval como el mayor suministrador de madera que compraban los constructores y carpinteros de Valencia. 

Tabladas (Asoc.Gancheros Priego)
El sistema de transporte fluvial por piezas sueltas utilizado para el traslado de la madera de la Moya conquense requería mucha mano de obra y un alto grado de destreza, hasta el extremo que asombraba ver cruzar los grandes troncos de pinos por arroyos con tan escaso caudal de aguas que parecería imposible que así llegaran a su destino en condiciones para con ellos confeccionar vigas para edificios, palos mayores para las embarcaciones, tablones para la construcción. 

Los largos troncos talados eran transportados en carretas o arrastrados por caballerías, arte entonces conocida como ajorrar, hasta los márgenes de los arroyos donde eran tumbados. Allí eran protegidos durante un tiempo mientras purgaban para que pudieran flotar mejor. La conducción por el río era la operación más compleja de todo el proceso, pues debido al escaso caudal y lo accidente del lecho de los ríos, eran dirigidos desde la orilla con la ayuda de bicheros o ganchos.

Los gancheros eran los operarios especializados en la conducción de la madera por piezas sueltas. No solían bajar de un centenar que se situaban a lo largo del río por el que bajaban cada día un buen número de troncos. La cuadrilla perfectamente organizada era mandada por un jefe, llamado maestro de río, que dada su responsabilidad para ganar la confianza del dueño de la madera y por el éxito de la maderada, estaban ligados a clanes familiares con muy buena retribución.


Los actores de este gran negocio madedero con la madera noble de la Selva de Doramas, barbuzanos, paloblanco y viñatigos, posiblemente mantuvieron su anonimato en esos negocios que no se podían contar, pero el escenerio donde se desarrolló sigue estando presente a través del rastro de la toponimia que la memoria colectiva creó: Carretería, Lance, Camino de la Cueva y el Puerto del Lance de la Madera en el Varadero, todos ellos junto al cauce el barranco de Pajarito, aguas abajo barranco del Pagador, son los vestigios que han quedado siglos después.
Detalle mapa de Oswavarry (Juan Tous)
Ese puerto situado en la hoy La Barranquera, identificado en la cartografía histórica de 1806 del vasco José Ossavarry Acosta,  muy cerca de donde desagua el antiguo barranco del Aumastel, hoy de Azuaje, fue testigo después de los marqueses de Moya, de algunos negocios que si se llevaron a los documentos públicos.

Como es el testamento de Juan Miguel, vecino de Moya, de 11 de Julio de 1567, en el que declara: Una deuda que tuvo con Lorenzo Pérez, genovés, mercader, y  para saldarla «le dió puesto en el lance que dicen de la madera en el Aumastel, 50 jubrones a tres reales cada uno, y otros 50 que le dio en esta ciudad que trajo la barca de Origuela, a 65 reales cada una»; que cortó en la montaña de Doramas para el gobernador Hernando Rodriguez «100 vigas grandes de 22 pies y 4 palos grandes de 25 pies para la fortaleza de la ciudad, los cuales cortó y entregó, y se le debe el corte, servicios y hacer camino para sacarlas que son 208 reales»; que le debe a Anastasia de la Mora, viuda de Juan Bautista Casaña «2 doblas de resto de una prensa que le cortó y echó a la costa de Aumastel»; y a Pero González de Timagada «3 doblas de resto de una prensa que le puso en la costa de la mar» (LOBO CABRERA, M. Y OTROS: Los usos de la madera: recursos forestales en Gran Canaria en el siglo XVI, Las Palmas de GC, 2007).
 
Retomando la historia de Moya desde sus inicios durante la Conquista, Agustín Millares describe así el lugar: «… Esta fácil victoria inspiró a Algaba y a Bermúdez el atrevido proyecto de hacer una excursión hasta el centro de la isla y sorprender a los Guanartemes que, según la relación de sus espías, tenían aplazada una conferencia para un día de aquella semana. Dispuesto todo con el mayor secreto y comunicadas las órdenes oportunas, salió el Deán una noche con las tropas designadas, dirigiéndose por Arucas a Moya, pueblo situado entonces en medio del frondoso bosque de Doramas. El camino que habían de atravesar era áspero y difícil, erizado de malezas, cortado por barrancos profundos y por desfiladeros peligrosos…». 

La presencia de los guerreros de los dos Guanartemes y el cansancio por la dificultad del camino, el hambre y la falta de sueño de los castellanos tuvo un trágico final: «… Entonces se dio la orden de retirada y las tropas, casi en desorden, abandonaron el distrito de Moya…».
Nueva iglesia (rosagrancan-blogspot)

El nuevo siglo XVI no será bueno para los Marqueses de Moya. Es sabido que cuando la reina Isabel se recluyó en Medina del Campo, ya estaba aquejada de una cáncer de útero del que moriría en 1504, perdiendo con ella su gran protección que posiblemente les aconsejaría abandonar algunas de sus prebendas, como esta en una isla tan alejada para ellos.


Según el Magistral José Marrero Marrero, cuyos fondos fueron donados al Museo Canario en 1932, «… Los conquistadores al fundar y poblar este lugar, finalizado ya el s. XV, levantaron en la falda de esta selva y al veril del risco bravío, una pequeña ermita dedicada a la Virgen de Candelaria. Unas cuantas casas, macizas y espaciosas, construidas y agrupadas alrededor de esta humilde capilla, fueron las primeras que formaron lo que se llamó villa de Moya…». 

Al igual que todos los núcleos poblacionales que se encontraban en su misma situación, Moya contaba con parroquia, la cual data del 18 de abril de 1515. La parroquia fue erigida por el obispo Vázquez de Arce. Ocho años después el 15 de agosto de 1523, manda el Cabildo «que los contadores saquen de una renta de esta ciudad el salario o ayuda que se hace al clérigo de Moya».

En Moya se repartieron diecinueve suertes, que oscilaban entre 20,5 y 3,75 aranzadas de valor, con una concentración en las cinco aranzadas o peonía de riego. Millares Torres considera que una aranzada es igual a una fanega, unas mil seiscientas brazas cuadradas.


De esta manera, cinco aranzadas forman una suerte, cuatro suertes una caballería, veinte fanegas. El agua procedía del río de Ayraga, que teóricamente es el Aumastel, de una acequia «del tiempo de los canarios», de donde es de suponer, por esta expresión, que los sistemas de aprovechamiento del agua fueron anteriores a la conquista.
Casa (rosagrancan-blogspot)
Tras la conquista de Gran Canaria a finales del sigo XV, en la isla comenzó un desarrollo importante de las actividades económicas relacionadas con la agricultura, y en especial de los cultivos de exportación, como la caña de azúcar.

Las consecuencias de este impulso económico fueron, entre otras, la creación de núcleos urbanos de nueva planta como la Villa de Moya. El poblamiento del lugar principalmente por agricultores se produjo en torno a la primitiva ermita en honor a Nuestra Señora de Candelaria. A mediados del siglo XVII se produce un incremento de población en las zonas de medianía debido a un nuevo resurgir del cultivo de la caña de azúcar. Es en esta época cuando surgen los principales núcleos de la actual Villa como Fontanales, Barranco del Pinar, Trujillo, Los Dragos o El Laurel.

En el siglo XVIII la villa dispone de una población asentada mayoritariamente en las medianías, zona donde el desarrollo agrícola y ganadero era de suma importancia.

Durante el siglo XIX, con la aparición de los ayuntamientos constitucionales, la ocupación de habitantes se extiende también al bosque de Doramas por la roturación de tierras, lo que significó su definitiva desaparición como entorno natural, si bien esta ocupación desencadenó litigios con los privilegiados que tenían sus cultivos en Arucas y Teror que sacaban graciosamente del bosque los jorcones para los viñedos, siempre bajo el alegato de defender los baldíos del bosque de Doramas.
Casa Tomás Morales (rosagrancan-blogspot)
El 10 de octubre de 1884 nacería en la Villa Tomás Morales Castellano, médico de profesión, hijo de Manuel Morales y de Tomasa Castellano, que sería el máximo representante del modernismo lírico insular e iniciador de la poesía canaria moderna, siendo considerado uno de los principales poetas del modernismo español.

Autor del libro Las Rosas de Hércules, destaca entre su obra de poemas la Oda al Atlántico. Compartió generación con otros poetas grancanarios como Alonso Quesada, Saulo Torón y Victorio Macho. Coincidió en el colegio de San Agustín con Alonso Quesada y el pintor Néstor Martín Fernández de la Torre. Murió el 15 de agosto de 1921, con 36 años de edad.


Localización (Espacios Naturales de Gran Canaria)

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